Historia

El oro forma parte de la cultura humana desde hace más de 5.000 años. Al principio por su llamativo brillo amarillento, pero después por su maleabilidad, escasez y por su estabilidad, que perdura el paso de generaciones sin corromperse, fue la solución natural para medir el valor de las transacciones comerciales y para acumular la riqueza del excedente producido. No se ha descubierto ni inventado aún otro medio mejor para ese cometido.

El dinero debe satisfacer tres funciones principales en la economía:

Como medio de intercambio para evitar los problemas del trueque. El dinero debe ser un bien ligero en relación a su valor, fácil de almacenar y de transportar, y difícil de destruir.

Unidad contable: Cuando el valor de un bien es utilizado con frecuencia para medir y comparar el valor de otros bienes o cuando su valor es utilizado para denominar deudas. La unidad de cuenta es la unidad de medida que se utiliza en una economía para establecer los precios.

Conservación de valor: Cuando un bien es adquirido con el objetivo de conservar el valor comercial para futuro intercambio, se dice entonces que es utilizado como un depósito de valor. El oro y la plata conservan sus propiedades con el paso del tiempo. Son un medio de acumulación o atesoramiento. El dinero, como representante de la riqueza, tiene el poder de comprar cualquier mercancía y se puede guardar en cualquier cantidad. En otras palabras, la función de atesoramiento solo puede realizarla el dinero de pleno valor: monedas y lingotes de oro, piedras preciosas, objetos de oro, etc. El bien escogido como medio de acumulación debe ser siempre algo que pueda guardarse durante largos periodos sin que se deteriore. El dinero es un depósito de valor pero no el único, cualquier activo que mantenga su poder adquisitivo a lo largo de tiempo servirá como depósito de valor.

Además, el dinero debe ser reconocido por la sociedad que lo usa, permitiendo su identificación y valoración de una forma clara. La acuñación de monedas fue una invención lógica, como prueban sus casi 3 milenios de existencia.

Las primeras monedas tenían una composición muy homogénea, el peso y la pureza se mantenían fijos, como es el caso del dracma emitido en Atenas en el siglo VI a.C., con un contenido en torno a los 65-67 gramos de plata fina. Sin embargo, el monopolio de acuñación estatal (desde el Estado Antiguo) permitía al gobierno ordenar limar o recortar las monedas fabricadas antes de ser puestas en circulación para sacar parte del metal precioso que contenían. Las autoridades que las emitían estaban tentadas a rebajar la calidad de la acuñación para crear más cantidad de dinero a costa de reducir el contenido de metales preciosos de las nuevas monedas en circulación. Las monedas de metales corrientes y más duros como el bronce o cobre eran, de hecho, dinero fiduciario cuyo valor dependía principalmente del número de monedas de oro o plata por las que podían intercambiarse. Las monedas de oro y plata solían llegar a circular fuera del país que las emitía dado su valor intrínseco. Por ejemplo, el peso de plata español, cuyo material provenía de las minas de América, se convirtió en una moneda de uso corriente en China a partir del siglo XVI.

Una vez creadas, las monedas originaron un sistema monetario cuyas características han permanecido, en esencia, constantes durante milenios. Una de las evoluciones que ha perdurado fue la introducción de las ranuras en los bordes en las monedas europeas del siglo XVII con el fin de detectar más fácil el desgaste y evitar que se limasen.

Características de la moneda de oro como medio de pago:

El gran valor que representa con relación a su peso y volumen (densidad de valor).

Reconocimiento unánime como medio de pago, indudable calidad.

Su divisibilidad que permite fraccionar su valor en forma ilimitada.

La dificultad en su falsificación.

El papel moneda fue introducido por primera vez en China, en torno al siglo IX, como dinero en efectivo intercambiable por certificados emitidos por el gobierno. Respaldado por la potente autoridad del Estado chino, este dinero conservaba su valor en todo el imperio, evitando así la necesidad de transportar la pesada plata a largas distancias. Apareció por primera vez en Occidente en el siglo XVI, cuando se empezaron a emitir pagarés bancarios para respaldar los depósitos monetarios de sus clientes. Estos medios de cambio proliferaron y las autoridades coloniales francesas de Canadá, por ejemplo, utilizaban cartas de pago firmadas por el gobernador como promesa de pago desde 1685, ya que el envío de dinero desde Francia era muy lento. Se fue haciendo popular a lo largo del siglo XVIII, pero seguía siendo dinero crediticio que se emitía con respaldo en depósitos de oro o plata. El dinero fiduciario surgía normalmente como medida de urgencia para tiempos de guerra, como los greenback americanos.

A finales del siglo XIX la necesidad del comercio internacional llevó a la creación de un patrón oro en el que todas las monedas podían intercambiarse por oro y el valor del dinero (más que los precios) estaba fijado por la paridad de la moneda con el oro. Casi todos los gobiernos suspendieron la convertibilidad de sus monedas durante la I Guerra Mundial.

El dinero, tal como lo conocemos hoy (billetes y monedas sin valor propio), debe estar avalado o certificado por la entidad emisora. Actualmente son los gobiernos, a través de las leyes, quienes determinan cuál es el tipo de dinero de curso legal, pero son otras entidades, como los bancos centrales (Banco Central) y las casas de la moneda, los que se encargan, primero, de regular y controlar la política monetaria de una economía, y segundo, de crear las monedas y billetes según la demanda y la necesidad de tener dinero físico.

Evolución del respaldo del papel moneda hasta la actualidad:

En los siglos XVIII y XIX, muchos países tenían un patrón de dos metales, basado en oro y plata.

En 1821 la Banca de Inglaterra está dispuesta a reembolsar en metálico todos los billetes que le puedan ser presentados al cobro; y lo hará en oro. A partir de esa fecha el oro es un patrón monetario.

Entre 1870 y la Primera Guerra Mundial se adoptó principalmente el Patrón oro, de forma que cualquier ciudadano podría transformar el papel moneda en una cantidad de oro equivalente.

En el periodo entre guerras mundiales se trató de volver al Patrón Oro, si bien la situación económica y la crisis o crack del 29 terminó con la convertibilidad de los billetes en oro para particulares.

Al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los aliados establecieron un nuevo sistema financiero en los acuerdos de Bretton Woods, en los cuales se establecía que todas las divisas serían convertibles en dólares estadounidenses y solo el dólar estadounidense sería convertible en lingotes de oro a razón de 35 dólares por onza para los gobiernos extranjeros.

En 1971, las políticas fiscales expansivas de los EE.UU., motivadas fundamentalmente por el gasto bélico de Vietnam, provocaron la abundancia de dólares, planteándose dudas acerca de su convertibilidad en oro. Esto hizo que los bancos centrales europeos intentasen convertir sus reservas de dólares en oro, creando una situación insostenible para los EE.UU. Ante ello, en diciembre de 1971, el presidente de EE.UU., Richard Nixon, suspendió unilateralmente la convertibilidad del dólar en oro para el público y devaluó el dólar un 10%. En 1973, el dólar se vuelve a devaluar otro 10 %, hasta que, finalmente, se termina con la convertibilidad del dólar en oro también para los gobiernos y bancos centrales extranjeros.

Desde 1973 hasta nuestros días, el dinero que hoy usamos tiene un valor que está en la creencia subjetiva de que será aceptado por los demás habitantes de un país, o zona económica, como forma de intercambio. Las autoridades monetarias y Bancos Centrales no pretenden defender ningún nivel particular de tipo de cambio, pero intervienen en los mercados de divisas para suavizar las fluctuaciones especulativas de corto plazo, con el objetivo de mantener a corto plazo la estabilidad de precios, y evitar situaciones como la hiperinflación, que hacen que el valor de ese dinero se destruya, al desaparecer la confianza en el mismo, o como la deflación. ..

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